Hoy he tenido otro de mis momentos de absoluta felicidad durante este estado de alerta sanitaria. Fue mientras estaba tomando el sol en la terracita de entrada a la casa, en manga corta y pelando mis cacahuetes, mientras escuchaba «Script for a jester’s tear» de Marillion. Esta es una de esas canciones que ya puedo escuchar miles de veces, que cada vez me admira más. Es una obra de arte a la que siempre sacas matices nuevos, empezando por las siempre enrevesadas letras de Fish, más si el inglés no es tu lengua nativa y necesitas leerlas varias veces para entenderlas bien. Como nadie me podía oír me puse a cantar. O, al menos, yo no podía saber si alguien lo estaba haciendo, que entonces me corto y empiezo a cantar bajito. Y entonces descubrí un nuevo placer en mi vida, que es el de cantar rodeada de árboles, en plena naturaleza, sintiéndome libre de verdad a pesar de que nos quieran convencer de que nuestro destino es ser prisioneros hasta que ellos digan los contrario. Como estaba en pleno éxtasis, cuando me cansé de pelar cacahuetes me fui un rato a la mitad de la explanada de hierba y seguí escuchando y cantando otras canciones de Marillion. Esta no es una reflexión nueva, sino que me ha acompañado desde que era niña: ya me pueden joder la vida de mil maneras distintas, que siempre hay algo que jamás me podrán quitar: la música. Y da igual si no tienes reproductor ni discos ni internet… La música la llevas grabada en la memoria del corazón, la puedes evocar cuando quieras, aun en el más oscuro de los infiernos. Podría perder todas las razones para seguir viviendo, que no dejaría de vivir si pudiera recordar el mejor de mis conciertos y tener la esperanza de que un día volvería a asistir a uno de ellos. En especial siempre recuerdo un momento inolvidable durante un concierto de Pendragon en Barcelona, cuando vi llorar de pura emoción a todo un hombre hecho y derecho con el último solo de guitarra de «Am I really losing you?» Cuando ves eso recuperas la fe en la humanidad (aunque sea algo temporal). Y te preguntas por qué humanos capaces de hacer cosas tan jodidamente buenas luego también son capaces de todas las mezquindades que te puedas imaginar. Yo también lloré, lo reconozco. Y me entraron escalofríos, igual que me entran ahora escuchando el vídeo en YouTube que os dejo más abajo. Que, por cierto, hoy también le encuentro un nuevo sentido a sus letras, más estando en medio de una pandemia... Dije éxtasis. No, en realidad yo siempre lo he llamado levitar. También desde pequeña, cuando mis hermanos se reían de mí por pronunciar palabras extrañas para ellos… y luego también mis compañeros de clase se reían de mí en el instituto cuando yo les decía que levitaba con el rock sinfónico mientras ellos escuchaban a Michael Jackson o Madonna (espera que vomito). Yo creo que se reían para ocultar su ignorancia sobre música. Aunque bueno, supongo que no hay mucha diferencia entre llamarlo levitar o entrar en éxtasis, la sensación es que flotas y que los problemas del mundo pasan a no importarte nada. No descarto que esta entrada sea el efecto de las endorfinas de después del yoga… porque no creo que mientras limpiaba el baño me subieran los niveles de ninguna otra sustancia química. AM I REALLY LOSING YOU?
Am I really losing you? Is that Mr. Nobody there? Is it still all for one and one for all? Standing in an empty castle Or fading into thin air When I was a boy I dreamt that God lived in the sun Memories like dusty toys Never needing anyone Am I really losing you? Or has life just begun? Standing on Earl's Court station We can see the ones that have gone The ones who gave up hope long ago The ones that don't belong Sad looking faces shuffling through their lives Just waiting to find out what lies behind The big white door But like a shooting star Will you just pass us by? And fade away into the light And race across the sky One freezing night
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Archivos
Abril 2024
Categorías
Todo
|