Pasan los días y ahora sí que alcanzamos la cuarentena… o sea, hace cuarenta días que se declaró el estado de alerta sanitaria, el día que el máximo intento de engaño que he conocido desde que nací (me refiero a la última vez que nací) comenzó. A estas alturas creo que hay mucha gente que ya sabe que está siendo engañada, así que empieza a hacer la misma vida que hacía antes, aunque tenga que correr a cien kilómetros por hora por la orilla de una playa escapando de un policía a quien le vendría bien ir al gimnasio con más frecuencia. Que a ver, el ciudadano medio no tiene muchas luces, pero creo que cualquiera con un mínimo de (in)formación sabe que andar por una playa vacía no contagia el virus a nadie, especialmente si el virus no existe, que yo aún no lo tengo claro y eso que sé alguna cosilla de virología... Me ha sorprendido escuchar a un epidemiólogo diciendo que internet es la principal razón por la que el miedo se ha extendido como la pólvora por todo el globo. Creo que no se equivoca. Internet no es más que el equivalente al patio de vecinas que siempre ha existido en todos los barrios, solo que ahora los rumores y la desinformación llegan a millones de personas en lugar de a las diez viviendas de la comunidad. El poder lo sabe y lo utiliza como un arma más. Pero lo que más me gustó del epidemiólogo fue lo que dijo al final del vídeo, algo así como: «Yo siempre encantado de poder ayudar a la gente a entender cómo funciona una epidemia, pero encuentro que es muy difícil hacerse oír». Ahí me he sentido identificada. Como ahora hay millones de personas soltando gilipolleces al unísono en internet, es francamente difícil, por no decir imposible, discernir dónde está la información de calidad, y si tú eres el mensajero, normalmente la gente se piensa que tú eres un gilipollas más del montón, y no tienes forma de explicarles que tu mensaje es distinto y no viene de la charlatanería, sino de conocimiento del bueno, del contrastado, del que surge después de años y años estudiando algo. Al final la pepita de oro se pierde entre tanta gravilla. Además estamos hablando de conocimiento muy especializado. Las palabras técnicas no transmiten nada a nadie y aunque lo parezca normalmente la gente no entiende nada y solo te creerá si tienes suficiente carisma, eres guapo o guapa, o le prometes que conseguirá algo muy fácil a muy bajo coste. Es triste pero así es como funciona la mente humana. Me resulta muy curioso que en estos tiempos modernos la mayoría de la gente piense que todas las verdades vienen de la comunidad científica, y jamás reparan que los científicos se limitan a dar sus opiniones sobre datos que ellos mismos obtuvieron con métodos muy discutibles en muchos casos. Si esas opiniones difieren, escogerán creer la del científico más guapo, más carismático, el mejor respaldado por una revista científica quién sabe con qué criterios o la que case mejor con sus propias ideas. Y a eso lo llaman realidad. A algo que no tiene ninguna diferencia con la fe. Yo a veces sigo ayudando a algún náufrago que me encuentro por el camino y me pide que le eche un cable. Pero hace tiempo que ya no me preocupa si me escuchan o no, si se creen algo de lo que digo o no. Creo que toda persona debe ser libre y elegir a qué tabla aferrarse cuando está en medio del océano. Y si no le gusta mi tabla, no tengo ningún problema abandonándolo a su suerte y dejándolo ahogarse poco a poco en la profundidad de sus dudas y el pánico que posiblemente generan esas dudas. Hoy más que nunca venía sintiéndome como si viviera en una realidad paralela. Este no es un sentimiento nuevo para mí, pero hoy se hacía especialmente manifiesto: venía feliz, sonriendo, confiada y hasta agradecida de estar aquí viviendo esto. Más que nunca veo un teatro con marionetas que no dejan de bailar al ritmo de la música. Casi me recuerda a aquel baile de vampiros que tanto me impresionó de niña. Daba miedo y risa a la vez. Vivimos en el mismo mundo, tenemos las mismas herramientas, hay cables que te conducen a la Verdad por todas partes… pero por alguna razón algunos prefieren seguir bailando en su danza de vampiros y creer que su estado vampírico les libra de la mortalidad. Prefieren ser no-muertos y seguir hipnotizados por mentiras antes que romper la ilusión y aceptar su responsabilidad en los acontecimientos. Y lo peor es que algunos aún hablarán de karma. Por alguna razón esta entrada me ha recordado esta canción de Arena, de su álbum «Contagion». Quizá porque cuando conoces la Verdad no hay pandemia que te robe la esperanza, pase lo que pase. BITTER HARVEST
We've sown the seeds now Don't know where they may fall Just lonely ghost towns Empty churches, empty town halls We've traveled far now And so into the wilderness we crawl I'm floating through the debris Of reference books and catalogues Climbing over sun baked bones Of Kings and Queens and Demigods You can take away my crown But you'll never bring my spirit down I won't give in Try to push me off the rope I will float down on the wings of hope I won't give in I wander through the dead lands Computer chips and stereos Powerless technology Instruction books and videos You can take away my crown But you'll never bring my spirit down I won't give in Try to push me off the rope I will float down on the wings of hope I won't give in Time may fly and I will search the world for you Rainbow skies and I will cross the seven seas for you Race on by and I will find my way to you Rainbow skies and I will cross the universe for you
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Archivos
Febrero 2024
Categorías
Todo
|