Aquí en las profundas cloacas del refugio que me veo obligada a ocupar como miembro de la Resistencia, en espera del apocalipsis zombi que se avecina (según afirman algunos), un perturbador hecho me ha empujado a reanudar mi Diario de Guerra y escribir estas líneas. Vengo de constatar que los cerebros de algunos disidentes han dejado de funcionar correctamente y ya ni pueden discernir lo real de lo irreal. Temo que se nos haya infiltrado algún vacunado en el grupo y esté propagando indiscriminadamente el virus de la estupidez humana ilimitada. Eso no puede ser. La Resistencia está en grave peligro.
Piensan que las patatas sienten, tócate los huevos… No solo las patatas, sino cualquier otro ejemplar perteneciente al Reino Vegetal, si seguimos las categorías establecidas por esa pseudociencia que llaman biología. Afirman que viven y mueren, lo cual es verdad, pero añaden, sin sonrojarse, que además aprecian su vida tanto como lo haría un corderillo. Creen que las manzanas se aterrorizan cuando las coges del árbol para hacer compota. El manzano se indigna cada vez que le robas las manzanas, destinadas a sus crías, los manzanitos. Por tanto, creen que los veganos debemos dejar de matar a esos «individuos» vegetales… ellos no, claro, porque ellos van a seguir matando animales y vegetales sin distinción. Les gusta mantener las tradiciones, por muy primitivas que sean, y los demás tenemos que respetar sus deseos. No sé, estoy un poco confundida. Yo siempre pensé que eran los animales no humanos los que estaban dotados de consciencia y por tanto de la capacidad de sentir, de saber que estás vivo, apreciar tu libertad y preservar tu vida el mayor tiempo posible. Las vacas lecheras se pasan días mugiendo de pena cada vez que les roban su cría, a la que iban a amamantar después de gestarla durante nueve meses. ¿Por qué un aguacatero no tiene el mismo comportamiento cuando coges sus aguacatillos? Me da que estos disidentes me están tomando el pelo, pero puedo estar equivocada. Tal vez estos disidentes han evolucionado y tienen una sensibilidad de la que yo carezco, a pesar de ser vegana y llevar años sin participar de la explotación animal.
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Desde el 2012, cuando encontré a un puñado de camaradas donde menos lo esperaba, he venido utilizando una de mis analogías favoritas: salir a hacer activismo y luego volver de noche a un foro donde poder comentar mis aventuras y sentirme comprendida era como volver al hogar después de un fiero combate en las trincheras. Cenamos alrededor del fuego, nos lamemos las heridas, soltamos todo lo que no pudimos soltar mientras luchábamos y acabamos riéndonos a lágrima viva, sin importarnos el frío, la oscuridad ni la escasez de viandas. Los que hemos sido soldados nunca olvidamos el sentimiento de camaradería. Posiblemente es lo mejor de una guerra, si es que hay algo bueno en una guerra. Estos días ando más sola, la guerra cambió. Ahora me parezco más a Arya, una loba solitaria y errante buscando siempre ese lugar al que llamar hogar, pero es igual: jamás olvido a mis compañeros de manada.
Hacer activismo es extenuante. Entendemos por activismo salir al mundo real o virtual, relacionarte con gente y tratar de hacerles comprender cuestiones que consideramos importantes para la evolución espiritual. En mi caso han sido dos temas principales, los cuales considero la banda sonora de mi vida actual, los tambores que han marcado mi camino, quisiera o no. Uno está relacionado con mi profesión, ya que ser veterinaria y respetar a tus pacientes solo puede llevar a un sitio, si pretendes ser coherente con tus principios: el veganismo (y lamentablemente parece que menos del 1% quiere ser coherente). Otro está relacionado con la razón fundamental que no me permitía ser feliz: traumas de vidas pasadas que se habían convertido en una pesada carga imposible de soportar. Buscar respuestas me llevó a la certeza de que la reencarnación es un hecho y la muerte una mera ilusión. En los dos últimos años se ha sumado un tercer tipo de activismo relacionado con la plandemia, quizá el más importante a nivel global, porque a todos nos afecta, pero no el más importante a nivel personal, porque la mayoría de la gente aún no ha comprendido bien el verdadero significado de la palabra despertar. Yo tengo claro dónde debo seguir insistiendo, si realmente queremos un cambio de consciencia profundo y duradero. |
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