Ya llegamos a la quinta portada de un libro que me guste, dentro de este reto de Facebook que no me deja explayarme en las razones de la elección de esa portada. Pero como estamos fuera de Facebook, aquí sí que hablo sobre esos libros que al fin y al cabo son parte de mí.
El libro que me ocupa hoy es Tuareg, de Alberto Vázquez-Figueroa, un escritor canario pero que por mucho tiempo pensé que era latinoamericano, por alguna razón incomprensible... Cuando descubrí a este autor, posiblemente en la adolescencia, tenía sentimientos encontrados. Eran libros de aventura y por eso me fascinaban, pero también eran tremendamente realistas y crudos, y eso no me hacía disfrutar tanto. No recuerdo si Tuareg fue el primer libro que me leí de él, pero sí me atrevería a decir que fue el primero en toda mi vida cuyo final me dejó realmente impresionada. Yo quería escribir así. Yo quería sorprender al lector, engañarlo, llevarlo por caminos oscuros y zarandearlo un poco hasta darle el golpe final. Sí, quizá tengo un puntito de sádica...
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Mi cuarta portada de un libro que me guste, sin poder explicar ni aclarar nada sobre él (sí, claro, eso es lo que creíais vosotros) ha resultado ser Drácula, la novela original de Bram Stoker, aunque estuvo compitiendo un tiempo con El camino de Miguel Delibes. Casi no me acordaba del argumento de este último, que una tiene cierta edad y memoria frágil para algunas cosas, así que básicamente por eso acabé eligiendo Drácula… aunque también es porque Drácula tuvo un papel bastante importante en mi aprendizaje del inglés. Ya en el instituto mi profesor de inglés se sorprendía que mi nivel de inglés fuera tan bueno comparado con el de mis compañeros, a pesar de que oficialmente yo empecé estudiando inglés en el mismo curso, 6º de EGB, y jamás fui a ningún profesor particular. La razón de que se me diera tan bien fue porque desde siempre escuché música en inglés con las letras al lado para poder cantar, y porque de vez en cuando me daba por hacer cosas como la de Drácula…
Llegamos al tercer día del reto literario de publicar una portada de un libro sin aclarar ni explicar nada. Hoy le toca el turno a Momo, novela de fantasía del autor Michael Ende pero que, como cualquier novela distópica, está más cercana a la realidad de lo que a muchos nos gustaría. Momo no es un cuento para niños, aunque lo parezca, aunque sí va de lo que significa convertirse en adulto en un mundo de mierda como en el que vivimos. Como todos los buenos libros que me fui encontrando en mi vida, me lo tuve que leer varias veces para sacarle todo el jugo. Y he de decir que con pocas historias he sentido tanto miedo. Los hombres grises dan miedo de verdad. Quizá por ello me los he encontrado en otras obras artísticas como por ejemplo en la magnífica canción de Marillion «The hollow man», en la que no se hace referencia al color de estos hombres, pero sí a lo vacíos que están y la oscuridad que llevan dentro.
Continuamos con el segundo día del reto de Facebook sobre publicar una portada sin aclarar ni explicar nada… que ellos se lo han creído, que no se puede pedir eso a una escritora y que no busque la forma de poder explayarse sobre ese libro en concreto. Yo al menos he sido incapaz y por eso me escapé a mi blog, que aquí son mis reglas y mis propios retos.
Ayer me encontré en mi muro de Facebook un contacto que me invitaba a aceptar el desafío de publicar durante diez días una portada de un libro, sin explicar ni aclarar nada acerca de él. Ya avisé que me iba a costar no decir nada, ya que yo raramente hago algo por casualidad. Como no puedo hacerlo en Facebook para cumplir el reto, me he propuesto escribirlo en el blog, y así se me va la sensación esta de morderme la lengua cuando ardo en deseos de compartir con el lector por qué ese libro en concreto significa tanto para mí.
Tenía ganas de echarme unas risas así que me volví a leer el comentario que un chiflado afectado por el BHS-V dejó en mi última publicación en la serie de La Resistencia. La última línea decía así: «PD: No existe virus. Confirmado por Mónica Manzanares, Líder de la Resistencia contra el Imperio Galáctico.» Qué orgullosa me siento de provocar tal envidia en gentuza que ni siquiera conozco personalmente. Qué gracia me causan estos individuos que se creen que pueden hacerme daño con sus estúpidas palabras, y lo único que hacen es ponerse en evidencia y demostrar que son unos ignorantes… Y no, ni soy ni seré líder de nada en esta vida, porque eso ya lo experimenté en el pasado, pero es un placer que alguien me llame eso cuando mi álter ego, la agente de policía Sheila Craig, protagonista de mi saga espacial, sí que tiene muchas papeletas para convertirse en líder de la Resistencia, en este caso contra un grupo de desalmados que pretenden destruir el Cuerpo de Policía convirtiendo a sus integrantes en monigotes sin voluntad alguna, zombificados, igual que hoy mismo, en el mundo real, asistimos a la zombificación en masa de una sociedad en vías de destrucción. Sí, empiezo a tener la sensación de que mi saga espacial tiene mucho de premonitoria... Un zombi riéndose de mí. Un zombi que es incapaz de investigar por sí mismo y darse cuenta de la mentira que le han contado. Le daba un guantazo y con el mínimo esfuerzo se desmoronaría convirtiéndose en una montaña de escoria frente a mí, igual que cuando un robot orgánico explota llenando el cabello de Ian Olson de pedazos blanquecinos, gelatinosos, pegajosos y repugnantes. Esta gente ya no me inspira ninguna compasión. Todos somos mayorcitos. Ahora no podemos decir que el conocimiento solo es accesible a algunos pocos, a esos que deciden recluirse en un monasterio y trabajar durante años para que le permitan estudiar esos volúmenes llenos de secretos guardados bajo llave. Ahora todos tenemos internet, y se supone que tenemos inteligencia (solo se supone, ya que empíricamente puedo decir que el virus de la estupidez humana ilimitada se está extendiendo a un ritmo endiablado incluso entre personas que mostraban cierto nivel de inteligencia). No hace falta tener ningún concimiento especializado para darse cuenta de que estamos viviendo una farsa orquestada por los más poderosos. Yo no sé si fui la primera en hablar de una Resistencia, aunque fuera dentro de una obra de ficción, pero sí sé que en aquel entonces estaba totalmente sola, prisionera como todos los demás, observando y esperando a ver por dónde saltaba la liebre. Siempre me han dicho que soy muy paciente... puede que sea cierto. Desde el principio sospeché que aquí había gato encerrado. Y me alegré de ver que el movimiento de la Resistencia se hacía una realidad fuera de mis escritos. El problema es que hay resistencias y resistencias… Escribía hoy en mi Facebook: «Han ganado. Os estáis creyendo todo lo que os cuentan los medios de comunicación. Os están manipulando como quieren. Están destruyendo a los niños, que cuando las cosas van mal, siempre son la esperanza para el futuro. Esta vez ni siquiera nos queda eso. Una lucha por mantener la esperanza. Una lucha por continuar adelante con sus sueños, como si nada pasara, sabiendo que por fortuna cuento con el apoyo de familiares y amigos. Pero cuando salgo a la calle y veo el panorama, la esperanza se va por el agujero de la alcantarilla.
Y hace tiempo que una se acostumbró a observar sus emociones yendo y viniendo, y por eso sé que cambian de un día para otro y que lo importante es no dejarse llevar por ninguna. Hoy podría sentir muchas cosas. Podría sentir miedo. Podría sentir rabia. Podría sentir una inmensa frustración (que la siento). Podría sentir asco. Pero ahora que a todas luces se acerca un nuevo encarcelamiento domicilario para todos los españoles, que vienen demostrando ser el pueblo más sumiso, cobarde y estúpido que hay sobre la faz de la Tierra, mi emoción predominante es pena. |
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