Si alguien me hubiera dicho hace tan solo tres meses que hoy iba a estar viviendo en una casa en medio de un espectacular valle asturiano, con un pequeño apartamento anexo que ni siquiera buscábamos pero nos vale perfectamente de consulta, y compartiendo espacio con cinco gatos estupendos, no me lo habría creído. Tampoco me habría creído que en la primera consulta presencial con alguien que ya no has había hecho un pedido hace un par de años y que no conocíamos de nada, mi socia acabaría hablando con ella y su pareja de la gran farsa de la NASA y sus «actornautas» (falsos astronautas), gracias a contactos muy cercanos a un tal Pedro Duque que como tantos otros nos la ha metido doblada. Empiezo a pensar que el surrealismo es como las sincronicidades: ambos son señales inequívocas de que vamos por el camino correcto, acompañados por la Divina Providencia. La otra señal inequívoca es el sentido del humor que se gastan los del otro lado para hacernos saber que este es el camino («This is the way», que diría el Mandaloriano). Después de un par de años en los que estuve a punto de colgarme de la lámpara del salón, he vuelto a reír como una niña, hasta casi dolerme el estómago. Escuchando a mi socia no podía dejar de evocar el teatrillo que nos obligaban a hacer en nuestros trabajos, sintiéndome muy afortunada de estar hoy aquí creando el nuevo paradigma en veterinaria, muy lejos de esa farsa y de todas las farsas que aún contemplamos cada día en los televisores (si es que aún ves la tele). La magia sigue produciéndose a cada paso, pero estamos tan poco acostumbrados, que me sigue asombrando. Esta mañana salí a dar mi paseo matutino, aprovechando que era un sábado soleado, y me encontré con un paisano que me quería regalar sus vacas. Hace años me dicen que tendría tal conversación con este hombre, y tampoco me lo habría creído, pero ahí estaba yo recién duchada con mis mallas deportivas contemplando las vacas rubias propiedad del paisano, intentando interpretar correctamente su marcado acento asturiano, hablando de supuestas enfermedades vacunas transmitidas por mosquitos (ni él mismo se lo creía) y de terapia regenerativa que le vendría fenomenal para su cadera artrósica que le hace sufrir al andar. Después de que se despidiera de mí, llamándome «moza», acabé haciendo Qi Gong junto al depósito de agua que abastece la aldea, y luego meditando en la iglesia situada al lado del cementerio en una de las zonas elevadas, recibiendo la luz del sol y contemplando el espectacular valle frente a mí (más de una vez he pensado que ese cementerio es ideal para reposar ahí por toda la eternidad, es paradójico que en los cementerios es donde menos fantasmas hay, según Sol Blanco-Soler). Por la tarde, sintiendo el calorcito frente a la chimenea encendida, me llegó la inspiración para escribir la entrada de hoy. Ya está aquí el renacimiento, el parto llega a su fin. Lo sé porque aparte de notar los cambios en «mi nuevo yo» (las alas de mariposa, por ejemplo), noto también la muerte, la desintegración, de «mi viejo yo», la despedida de una larga etapa o ciclo en esta vida tan especial. Después de décadas de investigación sobre la muerte y el más allá, sé de la importancia que tiene el momento de la muerte. Los monjes tibetanos son probablemente los humanos actuales que más saben de este tema, además de lo que pasa justo después, lo que ellos conocen como «estado de bardo» y nosotros conocemos como «el plano astral», la dimensión en la que moran los fantasmas o humanos desencarnados que se resisten a continuar su camino. Lo más importante para que esa transición se produzca de la mejor forma posible es morir en paz. ¿Y qué significa esto? Pues hacerlo con las emociones adecuadas, aceptando los acontecimientos pasados, cerrando bien los asuntos, evitando los rencores y resentimientos, sin apegos a objetos materiales, perdonándonos a nosotros mismos por los posibles errores cometidos y alejándonos sin hacer ruido, agradeciendo todos los momentos vividos con todos aquellos que compartieron con nosotros una parte del camino. Así es como me voy sintiendo según el viejo y el nuevo mundo se van separando cada vez más. No esperaba que fuera tan literal, pero realmente el cambio está siendo como una muerte y un renacimiento. Aun conservando mi mismo cuerpo físico, el entrenamiento Shaolin a varios niveles hace que mis niveles de energía sean más altos que cuando tenía veinte años, sin estrés y ya casi sin ansiedad alguna. Medio en broma se lo digo a veces a mi socia: en La Comarca estamos realmente en otra dimensión donde el tiempo transcurre más lentamente. No hay prisa alguna, no hay miedo alguno, las noticias del viejo mundo no nos afectan y cada vez estamos más desconectadas de la Matrix, al tiempo que nos vamos conectando más con nuestras almas y nuestra misión en esta vida. Cada noche al cerrar los ojos voy sintiendo cómo se van difuminando esas vivencias de la infancia y la juventud, integrándolas en mi ser y aceptándolas, dejándolas atrás pero al mismo tiempo muy consciente de que eran necesarias para convertirme en la persona que soy en el presente. Las decisiones que han tomado algunas personas las llevarán a senderos que ya no se cruzarán con el mío, igual que pasa cuando mueres físicamente. Los cambios son tan profundos que las vibraciones ya no son compatibles y el alejamiento será como un abismo insalvable. Las ataduras emocionales ya se disolvieron y ahora abrazamos el futuro maravilloso que nos espera, materializando los sueños que nos han acompañado durante tanto tiempo. Estoy lista para renacer. Estoy lista para volver a casa. Estoy lista para volver a ser feliz. Solo se trata de dejar de luchar y aceptar mi destino. Solo se trata de dejar ir. Nada más... (Siempre me emociona esta canción.) (Después del sueño siempre llega un nuevo despertar.) (Cada final es un nuevo principio.) Ready To Go Home On the street below these walls Where I used to walk Now I can barely crawl All this darkness rising tall Lord shine a light for me I'm waiting to be called I'm ready to go home I'm ready to receive Forgiveness for my sins I'm ready to begin Take this river to the sea Where the Delta flows The tide is washing over me Guide this soul to Heaven's door Show me where tomorrow lies I'm waiting to be born I'm ready to lay down I'm ready now to sleep A promise I must keep I'm ready to go home So tired I lay down With these memories Breathe shallow deep inside of me If time has run its course with me Then I'm ready to go home I'm ready to receive Forgiveness for my sins I'm ready to begin When the evening shadows fall When the time has come I'll let defences fall To surrender's to survive I will give up everything To those I leave behind I'm ready to go home I'm ready to receive Forgiveness for my sins I'm ready to begin I'm ready to lay down I'm ready now to sleep A promise I must keep I'm ready to go home Again Kiksúye.
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