Un día, hace mucho tiempo, una niña de unos siete años jugaba sola en el aparcamiento al aire libre cercano al edificio de once pisos en el que vivía. Sí, en aquella época los niños de esa edad salían solos a la calle sin miedo, en un barrio obrero en el que aún quedaba algún sentimiento de comunidad. Quizá era una tarde cualquiera, o quizá se había adelantado unos minutos antes de que bajara su familia y se dirigieran a algún sitio de la ciudad, porque la niña no se alejaba mucho del Chrysler 180 color rojo oscuro, propiedad de su padre. A la niña le encantaba viajar en ese coche, con el salpicadero de madera, los asientos de terciopelo oscuro con bolsillos muy prácticos y un peculiar seguro en las portezuelas del que aún hoy puede recordar el tacto al abrir y cerrar. «¿Habéis echado el seguro?», recordaba la voz de papá, siempre, siempre, justo después de montarse en el coche y antes de arrancar.
Por aquel entonces la niña no entendía mucho de coches, pero sabía que el Chrysler era distinto a los demás, no en vano era uno de los primeros que circulaba por España inspirado en vehículos de fabricación americana y apenas había otros modelos en el mercado. Por ejemplo, tenía cambio automático, una rareza ya de por sí, pero con tan poca edad ella ya sabía lo que significaba la P, la D y la R. Eso le hacía sentir especial. Estaba orgullosa de ese coche. Disfrutaba los viajes aun cuando comenzaran a las cinco de la mañana y tuviera que ir apretada en el centro con un niño grande a la derecha, y un niño pequeño y otro mediano a la izquierda. Le encantaba contemplar las estrellas y ver cómo amanecía a medida que el coche avanzaba por la autopista.
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Con el Nuevo Año Chino, recién entrado ayer, parece que ya se atisba la primavera en el horizonte. Hoy fue el primer día que pude hacer mis ejercicios Shaolín en manga corta, en las inmediaciones de la iglesia de la aldea en la que vivo, posiblemente la mejor localización de toda ella, que por algo es donde los muertos descansan en paz. La visión de las cruces en lo alto del cementerio y el valle al fondo es una imagen ciertamente impresionante que jamás olvidaré cuando me vaya de aquí.
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Abril 2024
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