Qué maravilloso día hace hoy. Se siente la primavera en el aire. Las ramas de los árboles se van llenando de brotes. Los pájaros no dejan de piar. Por un largo rato me siento en el jardín y contemplo los cochecitos y furgonetitas subir y bajar, subir y bajar, por la carretera de curvas que lleva al otro lado del monte. Hace tanto calor que casi no aguanto con manga larga. Al fondo el sonido retumbante del mar, las olas que nunca cesan de romper contra las rocas. Los gatos juegan a que están en una selva cazando, en el inmenso territorio que rodea la casa. Salvo de morir a una pequeña lagartija que solo quería tomar un poco el sol en el césped y se encontró con unos colmillos felinos. Las moscas se dan contra los cristales. Un abejorro enorme viene a visitarme mientras desayuno. Las tres cuerdas de tender la ropa, aunque son solo tres, hacen de pentagrama para que yo pueda imaginar las notas musicales de las melodías que siempre están sonando en mi cabeza. I am here For better or for worse… Hoy es un día de paz y tranquilidad. Uno de esos días en los que no pido nada, porque no lo necesito, porque me siento tan afortunada de estar en este maravilloso planeta aquí y ahora… Sintiendo el aire en mis pulmones, la sangre correr por mis venas, la naturaleza eterna a mi alrededor, ajena a tanto sinsentido.
La felicidad absoluta existe. Está siempre a nuestro lado, pero nos empeñamos en ignorarla y en buscarla en lugares recónditos, cuando no hay más que reconocerla y dejar que nos guíe en el camino.
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