Hoy, aunque lo parezca, no hay texto de alerta sanitaria. Hoy, aunque lo parezca, no estoy aquí. Anoche me teletransporté a otro lugar, a un mundo mucho más oscuro que el que tenemos hoy. Un mundo en el que ya ni siquiera quedaban ganas de bromear, donde el hambre era verdadera y no un espejismo irreal en el horizonte que nunca llegará. Un lugar donde la gente seguía viviendo, pero sin vivir. Un lugar conquistado por el miedo, pero no cualquier miedo. No el miedo que conocen los adolescentes de hoy, no el de las películas como Sé lo que hicisteis el último verano. No. Miedo de verdad. El que te hace temblar sin control. El que te hace desear gritar, aun sabiendo que si gritas, será mucho peor. El que te paraliza. El que no te deja respirar. El que puede detener tu corazón. El que, sin avisar, desactiva tus esfínteres. Un mundo donde los monstruos son reales. Antaño eran tus vecinos. Tus compañeros de trabajo. Tus amigos. Hoy no los reconoces. Ni ellos a ti, porque ya dejaste de importarles. Tu vida no vale nada. Acabarás en la cuneta. Violada una y mil veces, porque saben que estás indefensa y que ya no tienes vida. Acabarás desangrándote gota a gota, abandonada a tu suerte, abandonada a la muerte. Creemos que sabemos lo que es una guerra. Lo hemos visto en la tele, nos lo han contado nuestros abuelos. Y por ello nos permitimos fantasear y hacer comparaciones. Como si un hospital colapsado fuera lo mismo que una trinchera. Como si ponerse una mascarilla, unos guantes y unas gafas de protección fuera lo mismo que desembarcar en Normandía. Tal vez así todos parezcamos héroes. Tal vez por un momento lleguemos a pensar que somos importantes en la batalla contra una infección vírica que nada tiene de especial.
Pero no os equivoquéis. Los héroes no existen. Y por fortuna no tenéis ni idea de lo que es una guerra. Solo sois niños en el patio de un colegio, jugando con pistolas de agua. Todos despertaréis, algún día. Hasta entonces, aunque no lo parezca, estaréis transitando este mundo como sonámbulos, totalmente inconscientes del abismo que se abre ante vuestros pies.
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