Hoy, en mi viaje internáutico, he pasado de contemplar ojiplática carteles promocionando la manifestación del Día de la Mujer en los que aparecían dibujos de supuestas seres humanas embozaladas, a escuchar a una catedrática de la Facultad de Veterinaria, en su día una de mis profesoras (no recuerdo bien de qué asignatura), afirmando que tanto alumnos como alumnas que llegan a la universidad necesitan una clara «orientación» durante la carrera (léase adoctrinamiento) para quitarles de la cabeza esa idea tan rara de querer dedicarse a curar animalitos. Yo ya no sé si soy yo que veo Nuevo Orden Mundial en todas partes, pero como para hablar de ser veterinaria y vegana y el sufrimiento asociado ya tengo otro blog, he decidido centrarme en el tema de la mujer zombi… o borrega… o esclava… o, para ser lo más exacta y justa posible (creo), de la mujer igualmente jodida que el hombre. Desde que empecé a hacer activismo vegano en internet y moverme un poco por redes sociales (porque yo no piso las redes sociales a no ser que sea por una buena causa), vi que había personas por lo general más jóvenes que yo que hablaban una neolengua algo difícil de comprender para mí. Es una consecuencia de hacerse vieja, pensé. Yo me quedé en eso de masculino, femenino y transexual. Ahora se hablaba de LGTBizkuwte y no sé qué más, cis, trans, bi, poliamor, y algún que otro palabro que me costaba comprender y que posiblemente ni habría encontrado en el diccionario de la R.A.E. si hubiese querido buscarlo. Yo siempre evité meterme en discusiones que solo me hacen perder el tiempo. Pero sí que vi mucha división dentro del movimiento vegano por temas relacionados con el feminismo, el machismo y la interseccionalidad. A diario veo publicaciones de supuestas feministas que utilizan ese engendro llamado «lenguaje inclusivo» (que como escritora me afecta a la salud) y en los casos más extremos, incluso absurdos ataques a activistas masculinos simplemente por ser hombres y criticar lo que dice una mujer. Algún contacto llegó a preguntarme mi opinión o mi postura respecto al «feminismo» moderno y me guardé de decir mucho, excepto que ni lo entiendo ni jamás lo entenderé. Yo soy más vieja que muchas de estas «feministas», me crié con tres hermanos, fui a un colegio mixto, y sí, de pequeña me quejé bastante del reparto de tareas domésticas (ya se sabe cómo eran las madres de entonces), pero también fui consciente de que en determinados momentos se me mimaba más por ser chica. ¿Discriminación? Ninguna. Mis horarios de salida y llegada a casa fueron los mismos que los de los chicos. Siempre tuve las mismas oportunidades. ¿Me encontré con algún hijo de puta por la calle que quiso aprovecharse sexualmente de mí? Pues sí. Pero eso no es culpa de ningún otro hombre. Ellos también pueden ser atacados por personas más fuertes o mejor armadas. Vivir es un riesgo, seas hombre o mujer. Por todas estas razones me parece que el movimiento «feminista» actual está muy desvirtuado (utilizo esta palabra porque soy buena), y no tiene ningún sentido. (Esta fue mi rápida reflexión en Facebook) (Y uno de los carteles es de PACMA, cómo no, ni defienden a los animales ni defienden a las mujeres, a pesar de las apariencias) No hago más que ver carteles hablando del 8M con mujeres embozaladas. Y hay gente que aún quiere celebrarlo... No se puede estar más ciego ni ser tan patético. Seguid, seguid siendo esclavos de ese globalismo que solo existe en la mente de los conspiranoicos, como pensáis algunos... Claro que ahora sé de la existencia de una élite que se mueve en la sombra y que tiene unos planes ya no tan ocultos para acabar con los humanos con alma. Y viendo tal y como están las cosas, ya no me cabe duda que las políticas de igualdad de género están dentro de la agenda 2030, y están haciendo un gran trabajo. Muchas mujeres siguen creyendo que son víctimas del heteropatriarcado y que el hombre es el enemigo, y siguen luchando por una «igualdad» que piensan que no tienen. Sin embargo, hace décadas que ya tenemos igualdad de derechos. Podemos hasta votar, es decir, podemos elegir quién queremos que nos engañe y nos dé falsas esperanzas, igual que los hombres. Qué espectacular avance... Lo que no se puede buscar es una igualdad que nunca existirá. Muchas incluso rechazan la idea de que biológicamente somos distintas a los hombres. Yo soy la primera que se queja de tener útero, porque nunca lo he querido utilizar y solo me ha generado molestias, pero eso no me ha impedido hacer en la vida todo lo que he querido hacer. También he podido elegir qué hacer: si quedarme en casa o trabajar, que de eso se trataba. Ellos también deberían tener esa posibilidad de elegir, cosa que a día de hoy no creo que hayan conseguido. Sin embargo, ¿qué hemos conseguido con esta supuesta «igualdad de género» promovida por el NOM? No solo que ni hombres ni mujeres podamos realmente elegir nada, sino que ahora LOS DOS no tengamos otra que trabajar para no morir de hambre, y ser esclavos de un sistema que nos da lo justo para que podamos sobrevivir. No hay tiempo para tu pareja, no hay tiempo para cuidar de tus ancianos, no hay tiempo para educar como es debido a tus hijos, no hay tiempo ni para ti misma, que curras ocho horas diarias si tienes suerte y aún así tienes que llegar a casa y realizar las tareas domésticas siempre que no quieras vivir rodeada de mierda y comer latas del supermercado. Eso sí, nos sentimos orgullosas porque nos dejan salir a manifestarnos para seguir luchando por esa «igualdad». Con bozales, claro, símbolo de nuestro silencio, de nuestra humillación, la misma que supuestamente veníamos sufriendo durante siglos por los hombres, esos mismos que durante siglos salían a defendernos del enemigo con hachas y espadas, a morir por nosotras. Esos mismos que enviaban al frente lejos de sus esposas y madres, para acabar desangrados en una trinchera. Esos mismos que desde pequeños salían a trabajar de sol a sol, con doce años o menos, para traer algo de dinero a casa en medio de la posguerra. Esos mismos a los que llamaban mariconas si preferían quedarse unos días en casa para cuidar de su bebé y ver cómo crecía. Esos mismos que se iban meses a navegar en un barco dejando a su joven mujer y a su niña en un pueblo pesquero, sin saber si volverían o si una tormenta los haría naufragar. Se descojonan de todos nosotros en nuestra cara y esa mayoría de zombis y borregos, de ambos sexos, les siguen el juego. Nos han esclavizado a todos por igual. Esa es la igualdad que ellos quieren para todos los humanos. Nos quieren igual de temerosos, igual de sumisos, igual de robotizados, pero eso sí, nos quieren separados, no sea que un día recordemos que hombre y mujer fueron hechos ambos perfectos para complementarse y ayudarse mutuamente en esta aventura que es la vida. Nos quieren igual de muertos. ¿Se lo vamos a permitir?
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