Desde el 2012, cuando encontré a un puñado de camaradas donde menos lo esperaba, he venido utilizando una de mis analogías favoritas: salir a hacer activismo y luego volver de noche a un foro donde poder comentar mis aventuras y sentirme comprendida era como volver al hogar después de un fiero combate en las trincheras. Cenamos alrededor del fuego, nos lamemos las heridas, soltamos todo lo que no pudimos soltar mientras luchábamos y acabamos riéndonos a lágrima viva, sin importarnos el frío, la oscuridad ni la escasez de viandas. Los que hemos sido soldados nunca olvidamos el sentimiento de camaradería. Posiblemente es lo mejor de una guerra, si es que hay algo bueno en una guerra. Estos días ando más sola, la guerra cambió. Ahora me parezco más a Arya, una loba solitaria y errante buscando siempre ese lugar al que llamar hogar, pero es igual: jamás olvido a mis compañeros de manada. Hacer activismo es extenuante. Entendemos por activismo salir al mundo real o virtual, relacionarte con gente y tratar de hacerles comprender cuestiones que consideramos importantes para la evolución espiritual. En mi caso han sido dos temas principales, los cuales considero la banda sonora de mi vida actual, los tambores que han marcado mi camino, quisiera o no. Uno está relacionado con mi profesión, ya que ser veterinaria y respetar a tus pacientes solo puede llevar a un sitio, si pretendes ser coherente con tus principios: el veganismo (y lamentablemente parece que menos del 1% quiere ser coherente). Otro está relacionado con la razón fundamental que no me permitía ser feliz: traumas de vidas pasadas que se habían convertido en una pesada carga imposible de soportar. Buscar respuestas me llevó a la certeza de que la reencarnación es un hecho y la muerte una mera ilusión. En los dos últimos años se ha sumado un tercer tipo de activismo relacionado con la plandemia, quizá el más importante a nivel global, porque a todos nos afecta, pero no el más importante a nivel personal, porque la mayoría de la gente aún no ha comprendido bien el verdadero significado de la palabra despertar. Yo tengo claro dónde debo seguir insistiendo, si realmente queremos un cambio de consciencia profundo y duradero. He tardado como diez minutos en escribir el párrafo anterior, muy poco para resumir, digamos… siete años de investigación constante sobre reencarnación (hacia fuera y hacia dentro), y tres años sobre veganismo. Una parte de esa investigación está ya reflejada en múltiples blogs y libros, puestos a disposición de todos los interesados. En los últimos tiempos el activismo ya no está entre mis prioridades. Como buena escritora, cada vez tiendo más a la paz, la quietud y la introspección que me brinda la escritura, ya sea ficción o no ficción. Pero de vez en cuando me conecto con alguna de mis personalidades masculinas pasadas y la testosterona vuelve a correr por mis venas, así que me aventuro temeraria y provoco a la gente solo por la diversión y el riesgo. Los sacudo intelectualmente para comprobar de qué pasta están hechos y para ver si hay esperanza real de que salgamos de estos tiempos oscuros. Siento decirlo, pero, salvo contadas excepciones, la pasta no da para mucho. No obstante, a veces me llevo sorpresas agradables. Los cobardes van quedando atrás, y cuando crees que ya solo quedas tú en el frente, blandiendo tu espada frente a poderosos enemigos que no van a tardar en rebanarte el pescuezo, miras a un lado y descubres a otro guerrero que ha pisado por senderos muy parecidos a los tuyos. A veces descubro veganos con el tipo de espiritualidad necesario, y otras veces descubro luchadores antiplandémicos que ya conocen la Verdad. Cuando eso pasa, se me alegra el corazón. No solo hay que tener una gran valentía para llegar hasta aquí, también una entereza y una profundidad de espíritu que solo pueden tener los que llevamos milenios siendo testigos de tanta maldad sobre el planeta (y a veces siendo parte de ella, porque hay que vivir los opuestos). Empezamos a reconocernos entre nosotros únicamente por la vibración de nuestras almas. No tenemos duda alguna sobre esas cuestiones tan aparentemente oscuras y complicadas para la mayoría de los mortales. Si algo ha hecho la plandemia, es hacer brillar más a los que conocemos esa Verdad, y exponer a los falsos portadores de la luz. Es normal: las creencias no tienen el mismo efecto que las certezas, en tu espíritu. Y cuando el verdadero enemigo ataca, como Sauron en la batalla de los Campos del Pelennor, en primera línea de fuego solo permanecen los que tienen un espíritu realmente fuerte, los rebeldes por naturaleza, los que siempre fuimos despreciados por raros e incomprendidos. Los débiles y sumisos caen porque ni sus piernas son capaces de sostenerlos. Como dicen las letras de una canción de Arena que conozco: Let the meek lie down! For they shall not inherit the earth from me Horas de mi vida he pasado viendo fotografías de este tipo, buscando rostros, buscando insignias, pertrechos... La conexión emocional que puede sentir alguien con imágenes de la guerra solo se puede producir por una razón. «No hay ninguna duda de que la reencarnación existe, hay cientos de estudios científicos que lo demuestran, y no me importa la reacción que esto pueda provocar en los oyentes. Es así y por eso no se habla de la reencarnación». Exacto. Esa es mi Resistencia, la única verdadera, la única que sabe cuál es el camino. La única que se ha dado cuenta de que esto es una guerra espiritual, de que hemos venido aquí para esto, y que cada uno, desde su ámbito, tiene su misión. Ya no hay tiempo para dudar. O lo sabes o no lo sabes. «Ellos hace tiempo que no tienen en cuenta el espíritu, están totalmente desconectados de la consciencia. Y no pueden ganar justamente por eso, porque nosotros tenemos alma, tenemos consciencia, y ellos no». Exacto. Desde el 2012 (quizás mucho antes) ya venía yo diciendo cosas parecidas en todos los sitios donde podía. Me daba igual que me mirasen raro. Me daba igual que me llamaran loca. Pero desde 2012 he estado ayudando a personas en sus propios caminos espirituales, con técnicas para recordar vidas pasadas, contestando sus preguntas, manteniendo largas conversaciones por correo o en comentarios del blog, filosofando juntos, enseñando y aprendiendo, siempre aprendiendo, porque sin aprendizaje no hay crecimiento. Esto es hacer activismo. Activismo espiritual. Porque tenía la sensación de que ese era el camino, de que la gente tenía que despertar, y lo tenían que hacer ellos solos, sin caer en las garras de ciertos gurúes o en nuevas religiones. Ahora estoy segura de que todos nos estábamos preparando para lo que iba a llegar, lo que ya ha llegado, el mayor desafío de nuestras vidas actuales. Diez años después, siguen despertando, no al ritmo que a mí me gustaría, pero no me puedo quejar. El que no despierte ahora, se quedará atrás, como esclavo del sistema que ya se está derrumbando. La falsa vacunación sirve en parte para señalizar a los débiles y sumisos, pero no va a ser el factor determinante. El factor determinante solo puede ser uno: el espíritu y la certeza de que somos inmortales. Los que hemos decidido no ser personajes públicos, los que preferimos mantenernos en la sombra o en el anonimato, por las razones que sean, vivimos vidas que parecen insignificantes. Siempre recluidos estudiando, leyendo numerosos libros para luego poder trasladar los conocimientos adquiridos a nuestras obras, para que esos conocimientos lleguen con más facilidad a los demás. Casi siempre en solitario, pasando amargas guardias nocturnas. Cuando no estamos procesando información y emociones de otras vidas, estamos procesando información de esta vida, relativa a la ciencia que hay detrás de mi profesión, la medicina veterinaria, o detrás de cualquier área de conocimiento que tenga que ver con la verdadera naturaleza humana. Con frecuencia vemos cómo los que nos rodean no dan ningún valor a lo que hacemos. Aquellos que escuchan nuestras opiniones tampoco parecen ser conscientes de todo lo que hubo detrás para llegar a esas opiniones, y es posible que en su ignorancia las tilden de creencias en lugar de certezas. Es lógico que lo hagan cuando ni siquiera se molestan en preguntar, en indagar qué caminos hemos recorrido. Quizá se han cruzado con un ángel, pero nunca lo sabrán, o quizá no es su momento de saber. Es lo que tiene la discreción. Somos como Galadriel: poderosos e inmensamente sabios, pero debemos permanecer humildes, encogernos y parecer pequeños, para no llamar mucho la atención. Por fortuna, hay disidentes de esta clase, trabajando por el bien común, y no desde ahora, sino desde hace años. Transformamos solo al que está listo para la transformación, y sin que nadie sepa de dónde vino la alquimia. No importa, esa es la misión. Seguimos luchando, porque sabemos que nuestra misión es importante, y que con solo haber tocado un alma, habrá merecido la pena. Durante todos estos años, he tocado docenas de almas, probablemente cientos, casi me siento abrumada cuando repaso los comentarios que me han dejado en mis blogs a lo largo de los años, o las personas que me han escrito por privado, algunas al borde del suicidio. Yo era la única persona que habían encontrado que les hablaba del suicidio sin tapujos, una de las pocas personas que no temía decirles lo que pasaba en el otro lado después del suicidio, por haberlo vivido en primera persona. Una de esas almas me tocó a mí profundamente, un alma que aparentaba ser joven y pequeña, pero que debía de ser más vieja y sabia que Galadriel. Una hada minúscula que se fue en silencio, inadvertida salvo para unos pocos, a los que transmutó por dentro, posiblemente sin ni siquiera saberlo. No fue la única que me tocó. Algunas almas te llegan hasta dentro, porque son las que revuelven todo lo que habías creído hasta ese momento, y son la prueba gráfica de que tus sospechas eran ciertas. Otras solo pasan de refilón, pero notas igualmente la onda de vibración y ese instante en la eternidad que compartes con ellas. No cambiaría ni una gota ese tipo de interacción que me ha traído el activismo. Otras veces, el activismo te deja exhausto, triste, incluso herido y desangrándote como cuando eres alcanzado por la bola de un cañón, pero ya sabías a lo que venías cuando decidiste ser capitán de un barco de guerra. Ya sabías a lo que venías cuando decidiste luchar por la justicia y estar en el bando correcto, al menos en esta vida… Las risitas, las burlas, los ataques personales, los desprecios, las puñaladas por la espalda, curten al guerrero y luego uno se siente orgulloso de sus cicatrices. En el frente, si es necesario, dejarás que las balas atraviesen todo tu cuerpo, para luego renacer y volver a la batalla, como hace el fénix. Por eso, cuando de algún modo reconoces a esos verdaderos miembros de la Resistencia, notas el cosquilleo en tu alma. Cuando sabes que de algún modo ellos también recuerdan el dolor de la lucha en el frente, y el descanso y el alivio del refugio nocturno junto a tus hermanos de armas, sabes que estás frente a un alma que ha venido aquí a lo mismo que viniste tú. Puede recordar conscientemente o no el pasado, pero su alma sabe, su alma lo siente. Utilizan las mismas palabras que utilizabas tú, hablan con la misma pasión que hablabas tú hace diez años, cuando eras un cadete y no un veterano exhausto como eres ahora, cansado, gruñón y con poca paciencia para escuchar siempre las mismas sandeces y soportar las mismas actitudes infantiles. Esas almas y solo esas son las que avivan la esperanza de la Resistencia. Esas almas son las que estarán en primera línea cuando empecemos a ver a zombis enfermos por las calles. Espero que seamos muchos, o la Sombra podrá con la Luz, aunque solo sea temporalmente, durante unos pocos de cientos de años más. En todo caso volveremos las veces que hagan falta hasta la victoria, en lugar de estar siempre quejándonos de lo mal que va el mundo que nosotros mismos hemos creado, como hacen muchos miembros de la Resistencia Ilusoria: esperar a que el mundo cambie mientras ellos hacen los mismo de siempre, causar y dolor sufrimiento a los demás, sin importar especie ni condición. THE CRY Help me, help me.........help me Let us share this hope That we may close our eyes in peace Follow what may rise from this Standing in the halls of grace Let my people go Was the cry I heard from far away I should have known Not to trust every word I heard them say Help me, help me.........help me There's a face I can see Staring back in desperation Nowhere to turn to now Drowning in this sea of fate Don't run! Don't hide! The devil will find you anywhere We should never have lied The sin was always there Help me, help me.........help me This choice must be free Answers do not grow on trees We must face our enemies With faith in one another Don't fall down! Don't lie down! You can lean on me my friend The future may not bring us luck But together we can go down fighting! Help me, help me.........help me Help me, help me.........help me
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