Después de una rápida búsqueda en Google, he elegido la explicación que creo más adecuada para el uso que le voy a dar al término «neurosis» en esta entrada. Dice así: «La neurosis es un término con múltiples significados debido a su amplia definición. Los comportamientos neuróticos y las respuestas emocionales al estrés se han clasificado históricamente dentro de tres categorías principales: fóbica, histérica u obsesiva. Cada uno de estos términos se refiere a una relación diferente con las tensiones de la existencia, incluyendo la toma de decisiones, la incertidumbre, los vínculos y los sentimientos de vacío. Estas relaciones pueden causar dolor emocional en algunas personas, que estas clasificaciones de comportamiento abordan de diferentes maneras. No es que este tipo de comportamientos no existiera ya antes de la plandemia, pero después de la cantidad de testimonios que me llegan por diferentes vías casi a diario, estoy convencida de que ahora se ha intensificado y el 90% de la gente que me rodea vive en algún estado de neurosis. Por otra parte, me divierte bastante el uso que algunas personas conscientes hacen de las siglas NPCs, comparando a ciertos individuos de nuestra sociedad con los «Non-playable characters» (personajes no jugadores) que bien conocemos todos los aficionados a los videojuegos: son esos personajes que no podemos controlar, que responden a un patrón de comportamiento muy definido, apenas cambiante cuando interaccionamos con ellos. No piensan y siempre repiten lo mismo. En esta nueva era de la subnormalidad, serían expresiones como «Esto es lo que hay», «Es que hacen con nosotros lo que quieren», «Si lo dice la autoridad, tiene que ser cierto», «De algo hay que morir», «Hay que ser responsable», «Las vacunas salvan vidas» y un sinfín más. Si no fuera porque en los RPGs suelen penalizar el uso gratuito de la violencia, lo mejor sería cortarles la cabeza a todos… El caso es que, en el mundo real (es decir, lo que llamamos real normalmente), y en lengua española, creo que las siglas NPCs corresponden mejor a «neuróticos post-covid». Resumiendo mucho e inventándome mi propia definición, un NPC vendría a ser cualquier individuo que después de haber sido porculizado de todas las maneras posibles durante un estado de alerta sanitaria inventado, es incapaz de reaccionar al trauma interno provocado, y como consecuencia sufre de un fuerte vacío existencial más profundo aún que el que ya sufría antes del estado de alerta sanitaria inventado, además de una total incapacidad de investigar y pensar por sí mismo. Comportarse como una avestruz no le libra de padecer una terrible ansiedad ni aleja esa desagradable sensación de vacío existencial, pero en vez de intentar arreglarlo de alguna manera, por ejemplo aceptando que vive en un mundo dominado por la maldad y buscando formas de luchar contra ella, se empeña en continuar con su vida de esclavo, convirtiendo en una mierda su propia vida y la de todos los que tiene alrededor. Son productos del sistema. Y el sistema lleva siglos haciendo un grandísimo trabajo para conseguir sus objetivos, por eso los NPCs nos superan en número a los conscientes. Somos como los Rohirrim luchando contra orcos en el Abismo de Helm. We’re outnumbered (me encanta esta palabra). No en vano mi primer nombre virtual fue Éowyn. Está resultando hasta profético. Lo malo en este momento de la historia es obvio: los conscientes ya estábamos bastante jodidos al principio de la plandemia y ahora lo seguimos estando. Todo esto viene por una historia más que he conocido hoy: mujer con trastorno de ansiedad generalizada que la lleva a fumar como un carretero, sin problemas de pasta gracias a la ocupación del marido, mucho tiempo libre, una falta de sentido en la vida y una obvia insatisfacción interna que intenta llenar haciendo reformas constantes en sus varias viviendas de lujo que nunca parecen ser suficientes. Me ha llevado años comprender esa afirmación que dice que somos nosotros los que creamos nuestra realidad, pero empiezo a ver por dónde van los tiros. Nuestras vidas son el reflejo de lo que tenemos en nuestra mente, ni más ni menos. La desubicación, el caos, la destrucción, la infelicidad, el afán de querer tener más cuando ya lo tenemos todo… no puede llevar a otro sitio que a una vida en la que las paredes se derrumban y te encuentras rodeado de escombros, como en una guerra contra ti mismo. Los NPCs «viven» desconectados de su alma (si es que la tienen), por tanto ni siquiera puedes pedirles que se detengan un momento a escuchar a su corazón, porque serán incapaces de hacerlo. Han sido programados por el sistema para actuar tal y como lo hacen. Algunos incluso empezaron a tomar antidepresivos o antipsicóticos a edades tempranas, son completamente insalvables. Se irán del juego cuando decida el sistema. La buena noticia, si es que hay alguna, es que suelen ser inofensivos. Si el 90% de los habitantes del planeta son NPCs (porcentaje que posiblemente sube al 98% en España), ellos mismos se autodestruirán y poco a poco nos librarán de su estupidez. Qué a gusto nos vamos a quedar... Mientras, mi propio entrenamiento mental me permite pasar cada vez más tiempo en un estado de paz interna que no tiene precio. Mientras permanezcamos en la dimensión dual estaremos expuestos al desequilibrio y ninguno de nosotros es inmune a él, pero siento que cada vez me acerco más a ese estado que mi maestro Shi Heng Yi suele definir como «unshakable» (imperturbable). Tanto es así, que después de tenerlo durante meses guardado en un cajón, hoy, por primera vez, me he sentido digna de llevar sobre mi pecho mi mala de madera de agar, simbolizando así el paso a un nuevo nivel espiritual. No es casualidad que el renacimiento esté ya muy cerca. Después de casi un año de esfuerzo constante, la abundancia ya se está empezando a manifestar en mi vida. Y una vez creada dentro, la misión será crearla fuera.
Kiksúye.
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