3-11-2020. La verdad es que ya no sé qué hacer, si seguir difundiendo información sobre la plandemia o sentarme a disfrutar del espectáculo. ¿Habrá parte 2 de «Día X de alerta sanitaria»? Es posible, lo que pasa es que en marzo aún dudaba de qué era lo que estábamos viviendo y fui bastante conservadora con los títulos y en ocasiones hasta políticamente correcta. Ahora la parte 2 se tendría que llamar de una manera más acorde con la realidad y me iba a salir una historia mucho más mordaz en la que no iba a quedar títere con cabeza. Que ya somos mayorcitos, joder. Que el que siga creyendo que hay un virus mortal ahí fuera y que todas las medidas son por nuestro bien, es que o no sabe leer o aún no ha apagado la televisión o quiere seguir viviendo en una fantasía. La paz y la libertad siguen existiendo. No, no estamos en una guerra. No, no quieren matarnos a todos lentamente, ni esclavizar a nuestros hijos y convertirlos en zombis sin cerebro. Un positivo en la PCR es un contagiado. En una región hay más contagiados que habitantes, pero no hay razón para dudar de las noticias. ¡¡La culpa es de esos irresponsables negacionistas!! Si somos buenos, tendremos una Navidad normal y podremos ir a comprar a todos los centros comerciales que queramos (eso sí, manteniendo la distancia de seguridad y gritando a la gente que se vaya apartando que vamos nosotros, que no podemos bajar la guardia, el virus está ahí y estará con nosotros hasta al menos 2025). Sea como sea, mañana volveré a trabajar sintiéndome como en la película «Eyes wide shut» (que si soy sincera, tener la sensación de ser la única habitante en la Tierra me transmite una calma infinita), porque la mayoría de la población seguirá obedeciendo sumisamente y se meterán en sus casas acojonados otra vez aun cuando el autoencarcelamiento domicilario obligatorio no haya llegado todavía (que no tardará); porque no se les ocurre como a los italianos acudir a su trabajo y punto, a seguir con la vida como hemos hecho siempre antes; porque nadie se ha dado cuenta aún de que el miedo a las multas desaparecerá cuando estemos dispuestos a defender a nuestros vecinos en lugar de denunciarlos desde el balcón por no llevar mascarilla; porque (y no quería decirlo, pero me sale del alma), vivimos en un país de mierda lleno de cobardes que siempre busca una excusa antes de unirse a otros para luchar por lo que es nuestro, de todos; porque somos incapaces de dejar a un lado las diferencias aunque sea solo por unos meses, y pensar en el bien común en lugar de en nosotros mismos. Llevo la mitad de un vídeo que acabo de descubrir, tan impactante como el primero que me vi al comenzar el primer confinamiento de la Dra. Judy Mikovits. Este vídeo va sobre cómo piensan utilizar a los cinco gatitos como arma contra la población, explicado por una física de partículas (no, no por mi cuñao conspiranoico). Ya hemos hablado de gerontocidio, pero en realidad, por si aún no os habéis dado cuenta, van a por mucho más, a por un genocidio (el que esté en un nivel avanzado de desconspiraciones sabrá a lo que me refiero si menciono la página Deagel). Sí, así son las guerras. Quieren exterminarnos, somos demasiados, les molestamos... y como aquí no parece que vayamos a rebelarnos de ninguna forma, pues qué queréis que os diga, que os veré a todos en el infierno, primero en el terrenal y luego en el del más allá, adonde llegaremos primero los disidentes y no mucho después todos los demás. Hala, que os sea leve la segunda ola del coronatimo, anunciada por cierto por todos los miembros de la Resistencia desde que empezó el mayor atentado contra la humanidad que jamás hayamos conocido, esos a los que muchos aún no queréis creer. 4-11-2020. Escribí esto ayer en mi muro de Facebook en uno de mis alardes de inspiración y hoy he vuelto al trabajo. Cuando empecé a escribir sobre la Resistencia en este blog lo hacía dentro de un mundo de ficción que por momentos se mezclaba con mi realidad de todos los días. Quién iba a decir que casi ocho meses después esa Resistencia no iba a ser ficticia, y hoy formo parte de ella porque aunque a veces me gane la frustración y me sienta con terribles ganas de abandonar a la humanidad a su suerte, algo dentro de mí me dice que eso no está bien y que no puedo mantenerme al margen. Este es un momento crucial en nuestra historia y también en mi vida actual. Casi diría que todos nosotros —especialmente los que vinimos al mundo entre los años 70 y 80— hemos nacido para esto. Si ahora me encierro en casa, me aíslo, me pongo a meditar y me olvido de toda la locura que está ocurriendo ahí fuera, sospecho que en algún momento del futuro me arrepentiré. Sería como pagar por ver una película y dormirme justo en la parte más emocionante. Que no, que no vinimos a dormirnos en los laureles. Vinimos, como siempre, a dejarnos la sangre y la vida en ello, si es necesario. Y parece que lo es…
Estamos en guerra. Sé que aún hay mucha gente que aún no se ha dado cuenta de ello o simplemente no quiere creerlo. Por eso es necesario repetirlo tanto o más que las mentiras que nos cuentan en la televisión todos los días: ESTAMOS EN GUERRA. La alerta sanitaria de marzo, el mayor atentado de falsa bandera que haya conocido la humanidad, ya no se sostiene por ningún lado. Como tampoco se sostiene la gran mentira de las Torres Gemelas, pero inexplicablemente aún hay mucha gente que aún cree que todo aquello fue real, así que podemos esperar que esta guerra va a durar mucho. Y los bandos son dos: los de arriba contra los de abajo. Lamentablemente una gran parte de lo de abajo son individuos zombificados, muchos de ellos perdidos para siempre, que se interponen entre los de abajo (la Resistencia) y los de arriba. Son como el ejército de las tinieblas de El Señor de los Anillos. Están muertos y no saben lo que hacen. Pero en cuanto los despertemos se unirán a nuestras filas y entonces los de arriba no tendrán nada que hacer. Eso es lo que les da miedo de nosotros. Y por eso sus ataques son cada vez más rápidos y desesperados. Hay muchos miembros de la Resistencia haciendo lo que pueden como soldados movidos por la justicia. Hay varios grupos formados y muchos individuos que luchan solos pero siguiendo la misma línea. Yo tiendo a la soledad pero colaboro en lo que puedo con otros, ya sea compartiendo y apoyando lo que hacen, o aportando mis propios conocimientos y habilidades. No voy a utilizar este blog como plataforma activista, porque no quiero que pierda la esencia original, pero sí que lo utilizaré como lugar de reflexión y esparcimiento para mi mente necesitada de descanso. Posiblemente mezcle realidad y ficción como la última vez, porque me resulta divertido y sanador a la vez. Comencemos...
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