Antes de que acabe este periodo de transición hacia mi nueva vida, creo que debería ir un poco hacia atrás, porque lo que estoy viviendo ahora es la culminación de algo que se venía gestando desde, al menos, enero de este año. Ese fue el mes en el que tomé la decisión de dejar realmente atrás todo aquello que me lastraba. Fue cuando encendí la hoguera en la que yo misma tenía que arder, para resurgir de las cenizas. Fue mi Yule personal. Durante este año me di cuenta de que la materialización de mis deseos estaba teniendo lugar unos nueve meses después, por eso surgió la idea en mi cabeza de una gestación, un parto y un renacimiento, proceso por el que ya he pasado unas pocas veces, la única diferencia es que ahora se está produciendo sin una verdadera muerte física, y supongo que eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Pero en realidad, la «concepción» de todo este cambio comenzó antes de enero. Nos tendríamos que retrotraer a mayo de 2022, que fue cuando puse en práctica ciertas técnicas mentales para atraer la abundancia a mi vida en varios sentidos. Y, para mi sorpresa, los caminos se empezaron a abrir y las sincronicidades aparecieron, siempre procedentes de seres que andan en mi misma frecuencia vibracional y que en general tienen tantas ganas como yo de vivir en un mundo nuevo. Gracias a la plandemia nos fuimos reconociendo con más facilidad y confluyendo en los mismos lugares, ávidos por encontrar a otros como nosotros, los raros, las ovejas negras de cada familia, los que ya de antes éramos conscientes de que la realidad no es la que nos han contado en las escuelas o en la televisión. Nada nos cae del cielo y todo hay que trabajarlo, por eso a partir de septiembre estuve estudiando y aplicándome para avanzar poco a poco (y más lento de lo que esperaba) en el plano financiero. Y es ahora, un año después, cuando los frutos están llegando. No solo lo siento de manera material. Ha sido una verdadera transformación, interna y externa, y súbitamente me veo rodeada de todo lo que había soñado. Casi no me lo puedo creer, sobre todo porque no ha sido una secuencia lógica de acontecimientos, sino más bien una simultaneidad de hechos que han ido sucediendo sin poner mucho esfuerzo por mi parte, salvo la intención, el deseo y la certeza de que esa era la vida que yo quería. Pura magia.
Los últimos meses se han sentido como una gestación por los cambios internos; por las nuevas energías moviéndose, como si realmente un nuevo alma estuviera llegando; por la oscuridad y la sensación de inmovilidad y opresión al hacerse tan largo el proceso… Y de pronto llegaron las contracciones. De nuevo las señales y las sincronicidades. Es ahora o nunca. Tú lo has pedido, aquí lo tienes. Supongo que todo ocurre cuando tiene que ocurrir, y el universo sabe lo que está haciendo, por eso es indispensable mantenerse conectado con nuestra parte espiritual para evitar que nuestra mente terrenal se ponga nerviosa, se descentre y retrase aún más las cosas poniendo límites o cayendo de nuevo en pensamientos negativos. Ahora mismo no hay nada más grato que volver a sentir esa felicidad que solo alcancé en mi anterior aventura en Asturias, poco a poco renaciendo, llenando el vacío y la muerte que trajo la mayor farsa de la historia de la humanidad. Cada día subo a uno de los puntos desde el que puedo contemplar todo el valle y me parece imposible que mi sueño se haya hecho realidad: vivir casi como los hobbits de Tolkien, rodeada de colinas verdes, con los Picos de Europa por un lado y las montañas del Sueve por otro, y sabiendo que cualquier día me cruzaré con un montaraz en una de las tabernas de la región, para llevarme de aventuras más allá de los confines de La Comarca 😍. Quién sabe, puede que esta vez consiga recuperar lo que perdí en 1942, o a principios del siglo XIX, o en aquel fatídico día cuando los malvados blancos destruyeron a mi familia: la esperanza de tener una vida feliz y en paz junto a todos aquellos que quieran compartir esa paz y felicidad. La niña india aún ha de convertirse en la mujer que debía haber sido y no en la sombra alienada que fue, sobreviviendo en un mundo al que no pertenecía y que nunca comprendió. Kiksúye.
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