Este fin de año se está sintiendo más que nunca como un verdadero solsticio de invierno, el Yule de los celtas, un fin de ciclo. Desconocía que durante este período los celtas quemaban el tronco de un árbol, un ritual parecido al de las hogueras de San Juan (solsticio de verano). Reflexionamos sobre lo que hemos hecho durante el año, dejamos atrás lo que no nos sirve y renacemos espiritualmente con nueva esperanza. Para mí se acabó todo. Se acabó la familia, se acabó la pareja, se acabó la vida preprogramada que alguien quiso que viviera sin ni siquiera preguntarme, se acabaron las falsas promesas, y se acabó sobre todo la complacencia. Resumiendo: a tomar por culo todo. Pero esta vez de verdad. Y en su lugar construiré lo que realmente quiero YO en mi vida. No es que no haya empezado ya, pero quedaban algunos lazos que cortar, esas ataduras de apego que al final son el mayor lastre que arrastras durante años, pensando que la esperanza que depositas en ellos se convertirá un día, como por arte de magia, en la cristalización de tus sueños. Y van pasando los años y es como el juego de la oca malvada, que no importa el esfuerzo que pongas en ello, siempre acabas volviendo a la casilla de salida o, si te descuidas, te emparedan en una prisión de por vida, y lo peor es que pasas temporadas que hasta piensas que ahí se está a gustito, porque de vez en cuando entra un rayo de sol entre las rejas de la ventana y te traen un mendrugo de pan para comer. Pero ya está, ya se acabó. El túnel de salida de la prisión esta casi finalizado, soy como el protagonista de «Cadena perpetua», la constancia tiene su recompensa y muy pronto me escabulliré, conseguiré lo que llevo anhelando desde los años 60, al menos: Freiheit. Libertad para hacer lo que me plazca, libertad para decidir dónde quiero mi casa, cómo la quiero, quién va a entrar en ella y quién no (felinos todos bienvenidos, humanos casi ninguno), y eso no se limita a objetos sino también a la energía. Y lo estoy quemando todo. Igual que en el libro que estoy escribiendo, primero me convertiré en cenizas para poder renacer más fuerte, con un espíritu renovado para enfrentar los próximos años, que van a ser realmente duros pero será el inicio de la Era de la Luz. Y al 90-95% de humanos os digo, así con todas las letras: iros a la mierda. No valéis nada. Si las guerras fueran como antes, ya os habríais despedazado por un rollo de papel higiénico. Al principio podíais escudaros en la ignorancia, pero ahora ya no tenéis excusa: la vida de vuestros semejantes no os importa nada y lo seguís demostrando día a día. Además de débiles mentales y egoístas, sois lo más patético que he conocido nunca, incapaces de luchar por vuestros derechos, ni por los de vuestros hijos, ni por los de vuestros mayores en residencias, aunque sepáis que todo es una farsa. Parece que os gusta la estupidez humana y disfrutáis siendo estúpidos de la masa enferma y manipulable que sigue acudiendo a los estadios de fútbol y tragando mentiras televisivas porque eso es más cómodo que pensar y levantar el culo para iniciar la revolución. Toda mi vida dije que una de las cosas que más me molestaban de la gente era la vagancia, la dejadez, la desidia… aunque puede que la cobardía me moleste aún más (supongo que es lo normal cuando vienes de dar tu vida varias veces, siempre luchando en batallas, pensando que así conseguirías cambiar el mundo). Y aquí me encuentro, rodeada de humanos sin alma arrastrándose como zombis, ironías del destino.
Pero ya no importa porque estamos en los tiempos finales y esta vez es la definitiva (al menos por unos milenios más). Los cobardes y vagos pueden irse al infierno con sus vacunas y sus fármacos letales, que se vayan lo antes posible y que dejen paso al resto, a los que queremos un mundo nuevo, el que nos merecemos después de tanto sacrificio. Estamos ya muy cansados y si en esta vida voy a convertirme en una anciana, que al menos la mitad de mi vida sea de verdadera paz y felicidad, viendo a mis bichos juguetear sanos en medio de la naturaleza, lejos de la putrefacta civilización, esa que espero ver pronto deshaciéndose y hundiéndose en el fango, junto a los creadores de tanto sufrimiento y maldad. Y a partir de enero, volverá la Loca (por la carta del tarot), la que se echará todos sus escasos pertrechos al hombro y se irá para iniciar una nueva aventura, dejando atrás toda la negatividad y el peso con el que algunos pretenden hundirte del todo, sin saber que tus raíces son ya tan fuertes que es imposible que un huracán te arranque de donde estás. Y solo me juntaré con otros Locos que estén viviendo en la misma locura, conscientes de que en realidad... somos los últimos cuerdos del planeta. Feliz fin de ciclo, pero solo si eres un guerrero en el lado de los buenos.
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