Parte 3. La conversación con mi colega Sylvie estaba resultando tan productiva y agradable que se prolongó toda la tarde. Llegó la hora de la merienda y tuvimos que sacar nuestros huesitos y nuestras bolas de coco bañadas en chocolate, todo vegano y casero. Mientras los saboreaba, ahí intentando no meter las zapatillas en el riachuelo de inmundicias urbanas, pude evocar en mi memoria el momento en el que los disidentes no veganos también argumentaron que el veganismo es taaaaaaaaaan complicado, que es imposible llevarlo a la práctica. Para empezar, tienes que renunciar a tu dieta omnívora y comer lechuga o verduritas insípidas el resto de tu vida. Me dio un ataque de risa y casi me atraganto con la galleta de los huesitos. No, lo de comer lechuga solo pasa cuando tus queridos hermanos tienen la gran idea de celebrar un día especial para la familia en un asador, ignorando tus principios morales. El resto del tiempo disfrutamos de la comida como campeones, siempre que no padezcas algún tipo de trastorno alimentario. Reflexioné que la disonancia cognitiva también les impide ver que ya hay alternativas vegetales para todo lo que se puedan imaginar. Pero de qué les voy a culpar, hace años yo pensaba que el huevo era un ingrediente imprescindible en la repostería. El huevo. O sea, óvulos de gallinas (o de cualquier otra especie avícola que se les antoje) destinados a la fecundación. Argh. —Volviendo a la cuestión de si las plantas sienten, no sé si este otro meme es adecuado. ¿No es demasiado básico para ellos? Por mucho que se lo repitiera, no parecía que llegasen a comprender que aunque las plantas sintieran, eso no justificaría ejercer violencia sobre cualquier otro individuo. «Vengo de violar a una mujer». «Ah, no te preocupes, las plantas sienten». «Me apetece cortar el cuello de ese niño y comerme sus piernecitas tan blanditas y sabrosas». «Por mí bien, las plantas sienten». «¿Por qué no te haces vegano y dejas de usar a otros animales para tu conveniencia?». «Las plantas sienten, así que puedo usar todo lo que quiera a mi conveniencia, porque es lo que me apetece». En ese momento algo hizo clic en mi mente. Hasta Sylvie sonrió al ver cómo se entrecerraban mis ojos. Aún me quedaban muchas dudas, pero empezaba a creer que eran sus razonamientos, fruto de la disonancia cognitiva, los que no tenían coherencia alguna. Ni moral ni de ninguna otra clase. —Hmm… así que era una excusa más… —¡Por supuesto que son excusas! Nunca se les acaba la inventiva para fabricar más y más excusas: que si la isla desierta, que si los pobres no pueden gastarse un dineral en frutas y verduras, que hay que renunciar a muchas cosas, que si compras ropa procedente de grandes corporaciones contribuyes a la explotación laboral, que no se puede luchar en todas las batallas, que si echas gasolina al coche contribuyes a la explotación de niños de Irak, que usas teléfono móvil, que puedes pisar una hormiga sin querer, que no puedes salvar a todos los animales del mundo, que cuando haces largos viajes en coche vas asesinando a todos los insectos que cruzan la carretera como locos, que en los cultivos también se matan especies consideradas plagas, que es imposible hacer que todo el mundo sea vegano, que los hombres primitivos comían carne y por tanto no hay nada malo en seguir haciéndolo, que las vacas se extinguirían (como si eso les importara algo), que los explotadores de animales se van a ir al paro si todos nos hacemos veganos, y cuatrocientas cincuenta mil más, a cada cual más ridícula que la anterior... Pero sí, la que se lleva la palma es la de las plantas sienten. Aunque quizá esto último no sea una excusa. Presumen de tener la mente muy abierta, pero al final demuestran tener la misma sensibilidad hacia las plantas que hacia los animales no humanos: ninguna. Y además hasta se les hincha el pecho de orgullo al confesarte que aun sabiendo que las plantas sienten igual que los animales, eso no va a cambiar un ápice su forma de actuar. ¿No te dijeron más o menos esto?: —Sí, más o menos…
—El pan de cada día para los veganos activistas como nosotros, tristemente. Pero recuerda, la disonancia cognitiva les lleva al autoengaño, y luego pretenden engañarte a ti, creyendo que eres poco inteligente o que tus emociones te impiden pensar, no en vano eres una vegana que seguramente ha ido a las puertas de un matadero a parar camiones y decir tu último adiós a los pobres cerdos esclavos. —No, yo nunca he hecho eso, ya tuve suficiente con asistir a un sacrificio halal en vivo y en directo, durante mi carrera universitaria. Pero hay veganos que sí lo hacen. Ahora que lo dices, si a los no veganos les importaran de verdad las plantas, harían vigilias en las noches anteriores a la recolección de… digamos, repollos, o calabazas, y acudirían en masa para llorar por ellas y también decirles adiós en su último día de vida. —Exacto, pero no lo hacen porque en realidad lo único que quieren es que tú te sientas culpable de matar plantas, sabiendo que eres alguien mucho más sensible que ellos, y porque piensan que diciéndoles que eres vegana, solo quieres demostrarles tu superioridad moral, cuando en realidad precisamente tú no te sientes superior a nadie, y por ello no esclavizas ni matas a otros animales. Y, de nuevo, no olvides la disonancia cognitiva: la realidad es dura. Darse cuenta de que no están siendo coherentes con su innata empatía hacia los animales, aunque sean de otras especies a quienes han otorgado otras utilidades, duele. Y como se quedan sin argumentos, se revuelven contra ti con dardos emponzoñados. Es una manía que tienen, en su mente primitiva (la reptiliana, casualmente) aún son cazadores de mamuts y creen que están en la cúspide alimentaria, ya sabes, más si tienen testosterona corriendo por sus venas. —Entiendo… Ahora solo me queda averiguar por qué entre los veganos la disonancia cognitiva también hace estragos cuando les sacas del veganismo. El objetivo ahora en la Resistencia es juntar a todos los que puedan vencer todos los tipos de disonancia cognitiva y despertar de una puñetera vez, pero de verdad. O la nueva humanidad no llegará nunca… —Yo no sería muy optimista. Si es difícil encontrar a disidentes veganos, imagínate lo difícil que será encontrar disidentes veganos que tengan la certeza de que somos seres espirituales inmortales encarnados en cuerpos humanos. —Calla, calla, que ahí es donde yo empecé mi labor activista y ya tenía que andar peleándome con todos los descerebrados que me encontraba por el camino, que venían a burlarse de mí igual que con los plátanos sintientes. Les hablas de reencarnación y se creen que eres un ilusa que se ha leído un libro o dos de Brian Weiss y lo está flipando, porque creer en la reencarnación es mejor que creer que vas a morir. Les hablas del bien y del mal y se creen que vienes de un convento donde te han lavado el cerebro, no de haber sido ahorcado en una vida pasada por asesino en serie. Les hablas de veganismo y se creen que eres una perrigatista sensiblera que aún no ha superado la triste realidad de que algunos animales tienen que morir para que nosotros podamos sobrevivir. —Es que hay humanos que no dan para más, acéptalo y serás más feliz. —Sí, eso dice mi psicoterapeuta, un ser bajito, verde, con arrugas y orejas puntiagudas. «Si te vuelven los deseos de matarlos a todos, medita». El problema es que ahora pienso que matar un disidente no vegano es como matar una planta… saber que no sienten me da más ganas de cortarlos en pedacitos como haría con los calabacines del pisto. Creo que aún estoy un poco confundida... —Es un peligro tratar con ese tipo de disidentes. Yo que tú me alejaría de ellos. Mejor vuelve unos días con los veganos no disidentes, aunque sea insoportable tratar con covidianos. Algunos de ellos controlan mucho más los temas éticos y eliminarán la confusión que te transmitieron los disidentes no veganos cuando solo trataban de autojustificarse. —Me parece buena idea. Tengo que hacer como en Gothic, infiltrarme en todos los grupos para ver si hay alguien que pueda salvarse, y así hacer cada vez más grande mi Élite de la Resistencia. —Exacto. Para el tema de la disonancia cognitiva, te aconsejo que hables con Henry. —¿Henry Cavill? ¿Ese que sin melena ya no mola? —No, ese no. Henry, el del primado negativo. Además de miembro de la Resistencia, es vegano y sabe que la reencarnación es un hecho. ¡Ha de estar en la Élite de la Resistencia! —Hmm, pues sí, sería un buen fichaje…
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