En el pasado he utilizado mucho este término, «the escape», en relación al suicidio, así que me alegra que en este punto de mi vida lo esté utilizando para algo muy bueno: estoy a un día de abandonar la Prisión 2, y ya siento el viento soplando en mi cara, veo los verdes prados y las montañas de Asturias en el horizonte según conduzco en la carretera, la ilusión creciendo poco a poco en el corazón… Buah, qué bien se siente… Ha costado llegar hasta aquí, sí, sangre, sudor y lágrimas, muchas lágrimas... Como buena escritora me he puesto a escribir esta nueva serie en mi blog y no se parece en nada a lo que tenía en mente, supongo que en algún momento hablaré del proceso de gestación, pero de momento, en esta rara introducción, me voy dejando llevar por los acontecimientos. Después de todo esto es una especie de diario público, con un compromiso interno de escribir con frecuencia casi como en tiempos plandémicos. Ya veremos si soy fiel a ese compromiso o desaparezco a los seis meses como hacen algunos. Y es que hoy ha sido mi última reunión familiar hasta no se sabe cuándo. Tuve que hacer acopio de toda mi paciencia Shaolin pero casi no fue suficiente para contener la crispación ante la cantidad de discursos sistémicos que tuve que escuchar. Dios… Una apaga la tele para evitar la contaminación mental de chorradas pero da igual, porque ya están todos tus hermanos haciendo de repetidores, desde el asunto Rubiales-me-la-trae-floja, pasando por las pastillas de la hipertensión que el sistema médico satánico encasqueta a todo individuo nervioso que esté cerca de los cuarenta, hasta el gran mito de que comer mucha fruta es malo porque tiene mucho azúcar. A punto estuve de cortarme las venas, lo juro, y en cierto momento mis esfuerzos por mantener la compostura a la hora de expresarme se fueron al garete y acabé llamándolos zombis del sistema así sin cortarme un pelo, espero que no se entere mi maestro Shi Heng Yi… Se habló de todo menos del asunto que habían venido a tratar, menos mal que al final la cosa fue por otros derroteros más amables y hasta pude recordar con nostalgia mis tiempos de veterinaria de urgencias tratando de salvar la vida de San Bernardos de 60 Kg con dilatación-torsión gástrica a las 3 de la mañana, y eso para que luego nadie diga de ti que eres una heroína, no, que para eso ya tenemos a los animalistas que salvan perros y gatos abandonados… Al final del todo me desearon suerte, al menos. Y también expresaron sus dudas sobre la probabilidad de éxito de mi proyecto. Ahí es cuando mi satisfacción interna casi me ha rebosado por los poros. Podía leer sus mentes: «Qué ilusa es mi hermana. ¿Ganarse la vida en un lugar idílico como Asturias, yendo por libre, en una casa de alquiler compartido, cuidando y curando animalitos? No, eso es imposible… Haría mejor teniendo un sueldo fijo en un trabajo de 8 a 5, a partir del viernes mismo que dentro de nada es la vuelta al cole… A mí se me acaban las vacaciones, ¿y ella se va a la aventura, así sin temor alguno? No, eso no puede ser, no puede ser, no...» Entran en disonancia cognitiva, fenómeno que conocemos bien todos los veganos, excepto los que siguen siendo negacionistas de la realidad maléfica en la que vivimos, como bien dejamos expuesto en «El extraño caso del plátano sintiente».
Saben que tengo un plan, pero no pueden ni imaginarse cuál es y la seguridad que me da. Esta misma semana se está poniendo en marcha, de hecho, después de casi un año de estudio y persistencia. Ya utilicé una vez el símil del túnel excavado con una cucharilla como en la película «Cadena perpetua», pero es que ha sido realmente así. Y ahora estoy a punto de alcanzar el final del túnel, ya vislumbro una luz más brillante que el sol. Sé que nada ni nadie va a poder pararnos ya. Ahí os quedáis todos, con vuestras vacunas asesinas, vuestro sistema satanitario y las maniobras de distracción de los medios de manipulación masiva. Dios, qué a gusto me voy a quedar. Y lo mejor de todo, otra cosa que tampoco se pueden imaginar, es que cada paso que he dado hasta llegar aquí, ha sido de la mano de miembros de la Resistencia, a los que ahora he dado en llamar seres conscientes (aunque con distintos grados de consciencia). Ha sido gracias a sus ideas, a sus visiones de cómo ha de ser este mundo, a sus tremendas ganas de crear un sistema alternativo, a su optimismo y a su generosidad, que este proyecto se va a poder hacer realidad. Mientras una gran parte de la población sigue anclada al Viejo Paradigma, creyendo aún que no puede ser todo tan malo, creyendo aún que los turbo-cánceres son algo de lo más normal, creyendo que el cambio climático produce ictus, creyendo que son libres en un mundo de esclavos… los demás ya estamos construyendo la alternativa, dando ejemplo de cómo debemos apoyarnos unos a otros para conseguir juntos la abundancia que todos nosotros necesitamos para prosperar. Como dice el gran Dr. Íñigo Gómez Ojinaga, es cuestión de subirse al tren, pero puede que a algunos se les acabe haciendo tarde. Vamos a llegar muy lejos. Y, de nuevo, es un honor ser unas pioneras. Desde aquí, un aullido para mi Manada. Kiksúye.
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