Antes de que acabe este periodo de transición hacia mi nueva vida, creo que debería ir un poco hacia atrás, porque lo que estoy viviendo ahora es la culminación de algo que se venía gestando desde, al menos, enero de este año. Ese fue el mes en el que tomé la decisión de dejar realmente atrás todo aquello que me lastraba. Fue cuando encendí la hoguera en la que yo misma tenía que arder, para resurgir de las cenizas. Fue mi Yule personal. Durante este año me di cuenta de que la materialización de mis deseos estaba teniendo lugar unos nueve meses después, por eso surgió la idea en mi cabeza de una gestación, un parto y un renacimiento, proceso por el que ya he pasado unas pocas veces, la única diferencia es que ahora se está produciendo sin una verdadera muerte física, y supongo que eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
0 Comentarios
Una sabe que está renaciendo porque antes tiene que morir, y una sabe que está muriendo, según los testimonios de muchas personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte, porque ante sus ojos aparece la película de su vida. En un suspiro todos tus recuerdos, desde los más mundanos a los más significativos, se suceden unos a otros como si toda esa información se estuviera transmitiendo a algún sitio.
Coincidiendo con la lectura de un libro publicado hace ya más de treinta años, titulado El universo holográfico de Michael Talbot, ayer tuve una experiencia muy curiosa antes de dormirme. No es que sea enteramente nueva para mí, ya que fue así como empecé a recordar mi pasado más remoto, pero sí que pude explorar otros aspectos del fenómeno. Debo decir que no hubo ninguna intención por mi parte, aunque sí pudo influir el sentimiento de éxtasis casi constante que tengo al pasear por el valle asturiano donde he venido a parar. Como es ya mi costumbre, medité un rato antes de meterme en la cama, y me dispuse a dormir. Entonces mi mente, por sí misma, empezó a evocar antiguas fotografías familiares. Y a partir de ahí surgían los recuerdos, tan vívidos como aquel día de agosto de 2011 cuando llegaron mis primeros recuerdos espontáneos, también de mi infancia, una infancia que parecía tan lejana y olvidada que parecía imposible recordar los detalles. Y sin embargo, no es así. Como tan bien se describe en ese libro que acabo de mencionar, la física cuántica podría darnos la respuesta a una de las preguntas que más ha intrigado a los científicos en las últimas décadas: ¿dónde se localiza la memoria? Pues bien, si es cierto que el universo, y por tanto, nosotros mismos, tenemos una naturaleza holográfica, la respuesta es fácil, y coincide con lo que vengo sospechando desde hace años: la memoria se localiza en cada una de nuestras células, en cada una de nuestras partículas atómicas. He vuelto a La Comarca 😊. Qué paz. Qué paisajes. Qué silencio… Empiezo a sentirme salvaje de verdad. Soy una salvaje moderna, podríamos decir. No puedo prescindir de la conexión a internet por temas laborales, pero si salgo de casa me conecto de verdad a la vida, al sol, a la tierra, a la naturaleza entera, a Gaia… He pasado unos días durillos pero ya empiezo a sentirme en mi hogar. Dulce hogar.
De momento no tengo compañía física pero no me siento sola para nada. Me siento afortunada, me siento rodeada de todos mis guías, y agradecida por los humanos que se van cruzando conmigo para ayudarme en caso de apuro. Como ya es habitual en las integrantes del proyecto veterinario bautizado como Alma Vegana, las mudanzas no pueden ser nunca aburridas ni exentas de incidentes, así que a escasos quince kilómetros de mi destino final se produjo el despiste fatal que me llevó a cruzar media montaña con el coche hasta los topes. Me perdí. Tuve que llamar al casero. Me indicó el camino, pero mi GPS se empeñaba en perder la señal, por algo digo que los GPS no sirven absolutamente para nada. Sin mis indicaciones apuntadas en el papel me habría perdido mucho antes. Cogí de nuevo el desvío que no era, y al intentar subir otra montaña mi coche se calentó y dijo basta, cual mula exhausta cargada con pesadas alforjas si estuviéramos en el siglo XVII. Ya al final de la tarde y con una tormenta próxima, me salvó un paisano conductor de grúa de buen ver al que estaré eternamente agradecida. Se quedó mi teléfono y sabe dónde vivo, pena que no parece que me vaya a devolver la llamada. En un aniversario tan significativo para los disidentes como es hoy, 11 de septiembre, no parece una mala fecha para esta publicación. El texto me llegó en mis redes sociales, y casualmente hace unas semanas comencé a verme de nuevo la serie «Expediente X», por eso sé que está sacado del inicio de uno de los capítulos (en concreto el primero de la tercera temporada, «Anasazi»). En él la voz en off del actor indio Floyd Westerman Kanghi Duta (Red Crow), relata: «Existe un antiguo dicho indio: algo permanece vivo solo mientras vive el último hombre que lo recuerda. Mi gente ha llegado a confiar más en la memoria que en la historia. La memoria, como el fuego, es radiante e inmutable, mientras que la historia solo sirve a aquellos que buscan controlarla, aquellos que apagan la llama de la memoria para extinguir el peligroso fuego de la verdad. Ten cuidado de estos hombres, ya que son peligrosos ellos mismos e imprudentes. Su falsa historia está escrita en la sangre de aquellos que podrían recordar y en la de aquellos que buscan la verdad.» Dos años, dos meses y dos días pero parece que no ha pasado el tiempo. Solo lo parece, porque es posible que emocionalmente haya sido la fase más dura de mi vida. Estuve suspendida en un espacio indefinido, con nuevos vacíos en mi alma ya desgarrada con tantos recuerdos, y aún así sin parar de luchar en silencio por crear un nuevo futuro en el que sentir de nuevo la misma felicidad. Estamos cerca, pero aún queda camino por andar.
Primero pasé por prisión 1, luego por prisión 2, y si seguimos con la misma analogía, ahora estoy en una etapa de transición que podría llamar libertad provisional y providencial que agradezco enormemente. Como suele decir mi maestro Shi Heng Yi, la disciplina te aporta una estructura a tu vida cotidiana que de primeras puede parecer demasiado estricta y asfixiante, pero que en realidad sirve de entrenamiento a la mente. Así no hay que pensar qué tienes que hacer a continuación. Lo haces y punto. Así he podido controlarla mejor y mantener mi estado zen de observación, siendo muy consciente del vaivén de mis emociones pero dejándolas estar. La vida es como es. Las cosas cambian. Todo tiene un principio y un final, aunque nos cueste tanto desapegarnos y decir adiós. Las relaciones van y vienen, por una causa o por otra. No merece la pena preguntarnos los porqués y aferrarnos a algo que no funcionaba o no nos hacía sentir bien. En el pasado he utilizado mucho este término, «the escape», en relación al suicidio, así que me alegra que en este punto de mi vida lo esté utilizando para algo muy bueno: estoy a un día de abandonar la Prisión 2, y ya siento el viento soplando en mi cara, veo los verdes prados y las montañas de Asturias en el horizonte según conduzco en la carretera, la ilusión creciendo poco a poco en el corazón… Buah, qué bien se siente… Ha costado llegar hasta aquí, sí, sangre, sudor y lágrimas, muchas lágrimas...
Como buena escritora me he puesto a escribir esta nueva serie en mi blog y no se parece en nada a lo que tenía en mente, supongo que en algún momento hablaré del proceso de gestación, pero de momento, en esta rara introducción, me voy dejando llevar por los acontecimientos. Después de todo esto es una especie de diario público, con un compromiso interno de escribir con frecuencia casi como en tiempos plandémicos. Ya veremos si soy fiel a ese compromiso o desaparezco a los seis meses como hacen algunos. En esta última, corta, pero extremadamente lenta etapa de transición hacia nuestro nuevo hogar, aún debemos hacer frente a las actitudes de ciertos miembros del círculo familiar que ya dejaron de ser familia hace tiempo. Uno de los fenómenos más interesantes y dignos de contemplación que nos trajo la plandemia fue la caída de las caretas. Como comentaba por aquellos lejanos días de falsa alerta sanitaria, por fin veíamos de qué madera estaban hechos los que nos rodean, y la mayoría de ellos demostraron ser sacas de gusanos (con perdón a los gusanos). Ahora, no sé exactamente por qué razón, no solo es que se les vea venir desde la distancia, es que parece que el universo se las apaña para dejarlos al descubierto, pillados con el carrito de los helados. Parece que llevan un post-it pegado en la frente con unas palabras escritas en mayúscula: SOY MALO. Y para algunos de ellos, ni siquiera hace falta escribirlo, también se ve a la legua que SON TONTOS.
We will find love, beauty, harmony and peace wherever we go, as long as we carry all those things inside. - Creating the New Paradigm - 🐿️ (A veces compartiré cosas simplemente por el hecho de ser bonitas, para elevar nuestra vibración. Igual que los pensamientos o las palabras escritas en un bote cambian la estructura del agua, como descubrió Masaru Emoto, lo mismo hemos de hacer con el agua que es parte esencial de nuestro cuerpo.)
Después de una rápida búsqueda en Google, he elegido la explicación que creo más adecuada para el uso que le voy a dar al término «neurosis» en esta entrada. Dice así: «La neurosis es un término con múltiples significados debido a su amplia definición. Los comportamientos neuróticos y las respuestas emocionales al estrés se han clasificado históricamente dentro de tres categorías principales: fóbica, histérica u obsesiva. Cada uno de estos términos se refiere a una relación diferente con las tensiones de la existencia, incluyendo la toma de decisiones, la incertidumbre, los vínculos y los sentimientos de vacío. Estas relaciones pueden causar dolor emocional en algunas personas, que estas clasificaciones de comportamiento abordan de diferentes maneras. Lagunas. Así lo llamaron. Como sinónimo de carencia emocional o vacío. Yo ya le había puesto nombre: agujero en el alma. Pero nadie podría haberse imaginado nunca la profundidad de ese agujero.
Según la filosofía taoísta, en la dimensión absoluta, el Wu Ji, no hay dualidad. Somos el océano, no una simple gota de agua. Ahí no hay carencias. El pasado, el presente y el futuro son lo mismo. Erwen lo sabe muy bien, ya que su intención basta para traer al presente un pasado que supuestamente no existe, pero que sigue produciendo el mismo dolor. Un dolor que debe ser abandonado como todos los lastres inútiles que retrasan el avance hacia una nueva realidad, sean emociones enquistadas, pensamientos en espiral o seres dormidos anclados aún al materialismo que se deshace minuto a minuto. Un ciclo de miles de años llega a su fin. Y yo me encuentro en algún punto de la dualidad, contemplando de vez en cuando, y con muchas limitaciones, el Wu Ji, cerrando como puedo no solo varios capítulos, sino un libro entero. El libro de Erwen. Al pasar la última página y llegar al final de ese libro, Erwen también morirá. El renacimiento se acerca. Y cuando el espíritu renazca en este cuerpo aún joven y fuerte, necesitará un nuevo nombre. Hace dos años no conocía aún el nombre, pero sí sabía quién iba a ser esa mujer: la india norteamericana que iba a ser y en la que nunca me pude convertir, desnaturalizada por el roce con individuos degradados. La india a la que, como otras mujeres que fui después, arrebataron la vida sin ni siquiera haber empezado a vivir. |
Archivos
Abril 2024
Categorías
Todo
|